jueves, 18 de marzo de 2010

18 de marzo de 2010 - Perdidos en el cerro

Había olvidado contarles de nuestra mini aventura en el monte Chocorua.

Hace unos días finalmente subí el monte Chocorua, que es el cerro que vemos todos los días desde nuestra ventana. Nos abrigamos, nos pusimos la ropa de nieve, un poco de maní para el camino, agua, cámara de fotos, bastones y linterna. Al principio casi no había nieve en el camino, pero había un poco de hielo. Por supuesto que me resfalé y tuve una mini caída. Nada serio. Seguimos subiendo y se cubrió todo de nieve, una nieve dura que apenas cede cuando la pisas. Daí se fue poniendo más profunda y el camino más empinado. Casi en la cumbre yo ya estava raja. Cierto que no tengo el mejor estado físico, pero ya estaba casi casi, así que a darle duro no más. La cumbre es pura roca, con un arbolito loco por aquí y por allá, y con mucho viento. La vista es genial, se ven lagos por todas partes y un bosque que no termina nunca. Como en Vilches. Bajamos casi al tiro porque ya era tarde. Y ahí empezó la pesadilla. Al bajar, la nieve empezó a ceder casi en cada paso que dimos y te hundías hasta la rodilla. Y, como yo no tengo polainas, la nieve se me metía en las botas cada vez que se me hundía la pata. Al principio me empezó a doler donde entraba la nieve, como cuando juegas con nieve sin usar guantes y los dedos te duelen terriblemente. Daí la nieve se derritió, por lo que tenía los pies sumergidos en agua. Peces podrían haber vivido en mi bota. Y la maldita nieve que cedía todo el rato. Debo confesar que en un momento de frustración total por no poder evitar la nieve en las botas y por estar hundiéndome todo el rato, las lágrimas salieron por su propia cuenta. Que verguenza. Llorando como una niñita. Menos mal que éramos sólo el Seba y yo.

Una vez pasada la parte con la nieve más profunda y una vez que el agua en mi bota se calentó, se me pasó la pataleta. Seguimos bajando. Yo iba súper concentrada en el camino y en el río, a ver si aparecía un alce o un venado o un coyote o un oso. No apareció nada. Pero sí desapareció el día. Y yo ni me di cuenta. Con la nieve tan blanca y brillante puedes verlo todo. Así que seguimos bajando sin problemas. Pero entonces la nieve se fue y nos quedamos en la oscuridad total. "Seba saca la linterna". La linterna no estava... Siempre la tiene en su mochila, pero la había sacado para no se qué y no teníamos linterna... Mal... Avanzábamos a paso de hormiga. En realidad yo avanzaba a paso de hormiga. Sebas intentaba apurarme, pero yo sabía que habían piedras y raíces por todos lados y no quería torcerme el pie. Entonces decidió llevarme a lapa. Mis 50kg, más mi mochila más la del Seba... Me parecía pésima idea, pero es imposible discutirle en este tipo de situación. Por supuesto que duré a lapa por un par de minutos y se dió cuenta solito que esto era absurdo. Y yo pensaba que seguro que nos habíamos salido del camino hacía rato, pero Sebas insistía en que estábamos bien.

¡Entonces Sebas se acordó de la cámara! La luz de la pantalla era suficiente para ver donde íbamos. Y les cuento que mi héroe Sebastián no se habia perdido en absoluto. Estábamos a un par de metros del camino, yendo en la dirección correcta. Es seco. Cómo cresta no se perdió es un misterio. Tal vez le implantaron una brújula cuando era chico. Y así llegamos sanos y salvos al auto y vivimos felices para siempre.

FIN

2 comentarios:

  1. Pauli, no le cuentes a Seba pero cuando era guagua yo le implanté una brujula asi que nunca se pierde y asi podria ser guía cuando grande! Tambien es mi heroe.... me ha sacado de varias situaciones peludas! besos, kata

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  2. Puchas que susto... y nosotros aquí con terremoto y usted que se nos muere congelada y perdida...
    Que alivio saber que su Sebita es tan seco. Bravo Seba, trajiste a mi hija sana y salva, sólo herida en su vanidad (algo menor y que sirva como experiencia).
    Sin duda una gran aventura.

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