viernes, 23 de abril de 2010

23 de abril de 2010 - Vida silvestre en la ciudad

Hoy habíamos terminado recién de cenar. Estábamos viendo un programa en la tele sobre Susan Sarandon buscando información sobre su abuela que nunca conoció. De reojo veo a través de una ventana que da a la calle a un tremendo gato amarillo caminando en dirección a la casa. Venía dando saltitos, como si en realidad fuera un perro de orejas puntudas. En un nanosegundo los archivos de mi cerebro se encendieron y pasamos de "tremendo gato amarillo" a "perrito de orejas puntudas" a ZORRO. ¡Era un zorro! A pesar de todas esas categorías que pasaron por mi mente hasta llegar a la respuesta correcta, no pasó ni un instante entre la primera y la última idea. Me levanté asombrada, mientras Di y Anita no entendían lo que había visto. There is a fox outside. A what? A fox. What? Fox. No me salía la voz y las dos tienen problemas de audición. Pero vieron lo perpleja que estaba, lo que las inquietó lo suficiente. A fox! Oh, there's a fox outside! Salimos las tres por puertas distintas a ver si lo encontrábamos. Y ahí estaba. Muy campante paseándose por el patio del vecino. Sus patas negras, como si tuviera guantes, y su cola gorda lo identificaban sin problemas. Y mientras caminaba entre los árboles, yo escuchaba y veía a las ardillas subiendo sin dudar por los troncos.

Pero no se imaginen que estoy en la mitad del bosque, como en Chocorua. Lexington es una ciudad unida a Boston con muchas áreas verdes, pero una ciudad al fin y al cabo (es más bien una comuna de este gran conglomerado). El patio trasero de Anita y Di tiene árboles grandes, que dan la sensación de bosque, pero un par de metros más allá hay una casa, una calle, otra casa, autos que van y vienen, micros... Todo el arsenal urbano. Sin embargo, aquí es donde finalmente he visto un zorro. Es como si en Ñuñoa apareciera un zorro. Y eso no es todo. El otro día íbamos pasando por el centro de Lexington, que sería como la Plaza Ñuñoa sin el resto de Irarrázabal, y vemos un pavo salvaje caminando por la acera. Sólo falta el alce y habré visto todos los animales que esperaba encontrar en Chocorua. ¡Plop!

2 comentarios:

  1. Una vez manejando por un camino campestre en Maine, un zorro estaba parado en la mitad del camino y me hizo parar. Luego como si estuviera cobrando peaje, se acercó y se subió con las patas delanteras en la puerta del auto mirando adentro del auto para ver si tenía algo rico pa' comer. Le ofrecí algunas pasas que andaba trayendo y ya satisfecho me dejó pasar! son increibles los zorros- muy inteligente y sociables- besos, k

    ResponderEliminar
  2. Oh my god , very nice!!
    Que bien escribes, aparte de todo, y que suerte ver un gato, convertido en perro y luego en Zorro!! solo a ti te pasan estos eventos....Estoy segura de que antes de venir ya habras visto el Alce....
    Besos y amor

    Mami

    ResponderEliminar